sábado, 12 de septiembre de 2009

EL TRABAJO DEL ACTOR

EL TRABAJO DEL ACTOR

J.D. Salinger alguna vez dijo “Ud. fue lector antes que escritor”. De la misma manera, todos los actores comenzaron como miembros del público. ¿Qué fue lo primero que nos impacto del teatro?, ¿que nos lleva una y otra vez al teatro?, ¿Qué crea esos momentos que todo espectador a vivido, que hace que uno se enderece en el asiento porque algo le ha tocado el alma?, estos momentos no están bajo el control de una sola persona individual; su creación es compartida por igual entre el público, el actor, el director y el técnico.

Teniendo esto en cuenta, el actor debe entender que no es racional decir: “mi trabajo es crear estos momentos mágicos”. En lugar de eso, debe darse cuenta de que lo único que puede hacer es llegar al teatro en el mejor estado posible para participar en la obra.

Si identifica lo que pueda hacer para estar en el mejor estado posible y luego lo hace reiteradamente hasta que se vuelva habitual, el actor tendrá la satisfacción de siempre saber lo que debe hacer, de saber en qué consiste realmente su trabajo.

Sin embargo el actor hallara que, aunque pueda identificar claramente su cometido, este no será fácil. Por ejemplo, para concentrarse en un estado optimo para participar en una obra de teatro, el actor debe tener una voz fuerte, clara y resonante. Pero para la mayoría de las personas el desarrollo de este tipo de voz toma muchos años de entrenamiento, de ejercicios de la voluntad para trabajar diariamente en ejercicios vocales eficaces. El actor sabe que debe desarrollar el cuerpo para que este haga cualquier cosa que se le pida, pero eso también exige la disciplina de hacer ejercicios, así como un estudio del movimiento para que el cuerpo se vuelva tan fuerte, flexible y desenvuelto como permitan las limitaciones físicas con las que nació (eso no lo podemos cambiar). El actor debe mirarse honestamente, lo que requiere mucha valentía y aplicar su sentido común para determinar sus propias deficiencias. Luego debe determinar cuáles de estas deficiencias puede cambiar y dedicarse a hacer todo lo que pueda para corregir lo que está en el ámbito de su control; debe ejercer su voluntad para convertirse en la mayor medida posible en la persona que idealmente le gustaría ser. Entonces cuando llegue al teatro, podrá tener la satisfacción de decirse a sí mismo “yo sé exactamente cuál es mi trabajo. He hecho todo lo que puedo por estar listo para entrar al escenario”. Esto lo dejara en libertad de compenetrarse más completamente con la obra a medida que esta se desenvuelve en el escenario, porque no se tendrá que preocupar de lo que pudo haber hecho para estar más preparado.

Lo mejor que se puede hacer como actor es definir claramente y listar las cosas que son su responsabilidad y separarlas de las que no lo son. En otras palabras, se debe hacer lista de lo que está bajo nuestro control y lo que no está. Si aplica esta filosofía bastante estoica únicamente a aquellas cosas que están bajo su control y no a aquellas que no lo están, entonces dedicara cada momento a contribuir concretamente a su crecimiento como actor. ¿Por qué no dedicar su tiempo y energía al desarrollo de habilidades objetivas la voz, la capacidad de analizar un libreto, la capacidad de concentración y el cuerpo? Por otro lado, ¿Cómo podría ser de ayuda preocuparse por la impresión que otros deciden tener de usted, el éxito o el fracaso del montaje, la capacidad o incapacidad del director y de los otros actores, los críticos que están en el publico, su altura, sus sentimientos, y así sucesivamente? No se puede y nunca se podrá algo al respecto a esas cosas. Por consiguiente, es más sensato dedicarse solo a aquellas cosas que uno puede cambiar y abstenerse de desperdiciar tiempo, pensamiento y energía en aquellas cosas que nunca podrá afectar.

El actor jamás se debe preocupar por el “TALENTO”. El talento, si es que siquiera existe, está completamente fuera de nuestro control. Sea lo que fuere el talento, se tiene o no se tiene. ¿Así que para que gastar energías en preocuparse del talento? El único talento que se necesita para actuar es el talento para trabajar, en otras palabras, la capacidad de dedicarse a aprender las habilidades que componen el oficio de la actuación. En otras palabras cualquiera puede actuar si tiene la voluntad de hacerlo, y cualquiera que diga que quiere actuar pero no tiene el talento para hacerlo, en realidad sufre de falta de voluntad, no de falta de talento.

Otra parte importante del trabajo del actor es encontrar una manera de vivir con veracidad bajo las circunstancias imaginarias de la obra. Por lo tanto, el actor debe poder decidir que está sucediendo en el texto en términos simples y posibles de actuar. Si el actor encuentra algo que puede hacer físicamente y con lo que se puede comprometer personalmente en cada escena, siempre tendrá algo más importante en que centrar su atención que el éxito o fracaso de su propio desempeño. Nuevamente, el actor debe utilizar su sentido común para identificar lo que esta y lo que no está bajo su control. Sus sentimientos no están bajo su control, de modo que esta fuera de los límites del sentido común decir “debo sentirme de tal manera” en un momento particular de la escena. En lugar de eso, debo poder decir, “esto es lo que estoy haciendo en la escena y lo voy a hacer al margen de cómo me haga sentir”.

Hay que entender que la actuación, así como la carpintería, es un oficio con un conjunto determinado de habilidades y herramientas. Mediante la aplicación constante de estas habilidades y herramientas, estas se convierten tarde o temprano en un hábito para el actor. Una vez que estas habilidades se convierten en un habito, ya no es necesario concentrarse en la técnica; el oficio que ha desarrollado trabajara a favor del actor y le permitirá trabajar libremente dentro de sus límites. Por ejemplo, si usted ha trabajado la voz con dedicación, entonces se encontrara en libertad de concentrar su atención en lo que sucede en la escena, no en hacerse oír.

Si le parece que hay muchos factores en juego, tiene razón. La actuación exige sentido común, valentía y mucha fuerza de voluntad:

El sentido común para convertir cualquier cosa que enfrente en términos simples posibles de actuar.

La valentía para arrojarse a la acción de la obra pese al temor al fracaso, la timidez y mil obstáculos más.

Y la voluntad de defender sus ideales, aunque no sea lo más fácil de hacer.

En nuestro mundo cada vez es más difícil comunicarse con el otro de manera sencilla y sincera, de manera transparente. Sin embargo, seguimos yendo al teatro para entrar en comunión con la verdad de nuestra existencia e, idealmente, salimos de el sabiendo que ese tipo de comunicación todavía es posible.

El teatro puede plantear valores humanos simples con la esperanza de inspirar al público a tratar de vivir de acuerdo con esos valores. Al ver a una persona que hace todo lo que está a su alcance pese a enormes obstáculos y a sus temores, el público puede identificar esa misma capacidad en sí mismo.Esa voluntad de hierro no es la voluntad del actor de presentar una “magnifica actuación”, sino sus propios valores humanos simples y las acciones que lo impulsan.

La verdad y la virtud son tan raras en casi todas las áreas de nuestra sociedad, que el mundo necesita el teatro y el teatro necesita a actores que lleven la verdad del alma humana al escenario.

El teatro quizá sea el único lugar que queda en nuestra sociedad adonde las personas acuden a escuchar la verdad.

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